Diego me envía este comentario introductorio a la sesión de hoy del ciclo El superhombre en el cine, en la que se proyectará Superman, para su difusión:
Probablemente a Nietzsche no le hubiera gustado que nos tomásemos demasiado en serio a su Zarathustra y a su regalo: el superhombre. Huyendo de la solemnidad veremos hoy esta película y honraremos (y mancillaremos) la memoria de un pensador bellísimo.
Superman no es el superhombre. Está contaminado de valores obsoletos. Sin embargo parece escapársele la risa desde detrás de la máscara (que es doble, porque muestra su rostro limpio). Su papel está rebajado a enderezar entuertos, es el héroe que el pueblo pide. Dice que no bebe cuando vuela y reprocha a Lois Lane su insinuación acerca de la corrupción política, pero dice también que nunca miente.
Tal vez el Kryptoniano Kal-El siguió, al fin y al cabo, la advertencia de su padre, y decidió no intervenir en la historia de la humanidad, limitándose a divertirse y a reírse con sus dos personajes: Superman, el hombre de acero, el justiciero, y Clark Kent, el torpe pueblerino que es incapaz de seguir el ritmo de la vertiginosa Metrópolis, cumbre de la civilización humana. Tal vez entendió que él no era ninguno de los dos y que no era nadie en absoluto.
El comentario completo, seguido de discusión, se hará después de la proyección de la película hoy, miércoles 16 de marzo a las 18:00hs en el aula María Zambrano, en la Facultad de Filosofía de Málaga (Teatinos).
Diego Fabiano.
